El CCH-UJED honra la memoria y la tradición con la inauguración de su altar de muertos
Por: - 2 de noviembre, 2025
En un ambiente de respeto, reflexión y profundo sentido cultural, la comunidad del Colegio de Ciencias y Humanidades de la Universidad Juárez del Estado de Durango (CCH-UJED) inauguró su tradicional altar de muertos, una de las actividades más representativas de esta casa de estudios durante la temporada del Día de Muertos.
El evento estuvo encabezado por la directora del CCH-UJED, Sara Beatriz Gamero López, acompañada de la secretaria académica, María del Carmen Ríos Rangel, así como por docentes, personal administrativo, padres de familia y alumnos de los distintos semestres que conforman la comunidad estudiantil.
En esta ocasión, el altar fue dedicado a la memoria del maestro Efrén Rivas Ávila, recordado con cariño por generaciones de estudiantes y compañeros. Su sobrino Matías compartió emotivas palabras en su honor, expresando gratitud y afecto hacia quien -dijo- “le enseñó con paciencia, lo guio con cariño y dejó huellas imborrables en su vida”.
Durante su mensaje, la directora Sara Beatriz Gamero resaltó que cada elemento del altar posee un significado especial que refleja el valor de las raíces y la identidad mexicana. “El altar de muertos es un puente entre el pasado y el presente, entre la vida y la muerte. Es una celebración de amor, memoria y esperanza. Recordar a quienes nos antecedieron es mantenerlos vivos en nuestros corazones”, expresó.
El altar, elaborado con esmero por estudiantes y docentes, incluyó un colorido tapete de aserrín, obra de la exalumna Luisa Verdín, que simboliza la unión entre la visión prehispánica y contemporánea de la muerte. Elementos tradicionales como el pan de muerto, el copal, las velas, las flores de cempasúchil y las fotografías dieron forma a esta expresión cultural que, año con año, fortalece la identidad de la comunidad juarista.
La maestra Yajaira Higuera explicó los significados y simbolismos de cada elemento, destacando la importancia de preservar y transmitir estas tradiciones a las nuevas generaciones. “Colocar un altar es un acto de amor; nos enseña que la vida sigue en la memoria y el corazón de quienes permanecen”, puntualizó.